25 11 06 Sólo desde la óptica de la desigualdad es posible comprender la violencia ejercida contra las mujeres. (PDF:Cat. / Cast.)
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En todo el mundo las mujeres han sido y son las
principales víctimas de diferentes formas de
violencia. No se agrede a un igual, solo desde la
óptica de la desigualdad es posible comprender la
violencia ejercida contra las mujeres.
Hasta hace poco se consideraba la violencia ejercida contra
las mujeres como algo privado que ocurría dentro de la familia
y sobre la cual la sociedad no tenía capacidad de actuación
suscribiendo el no ver, no oír y callar. Sin embargo cada
vez que “no vemos los golpes en el rostro de las
mujeres, no oímos sus gritos de auxilio y callamos”
estamos contribuyendo a perpetuar esta lacra social
que atenta contra la vida de las mujeres. En España, en
lo que va de año, 59 mujeres han sido asesinadas por sus
parejas o exparejas (datos del Instituto de la Mujer a
31/10/2006). Ellas, las muertas, son nuestras hermanas,
hijas, amigas, vecinas, compañeras de trabajo… Entre todas y
todos tenemos que romper el círculo del miedo, el muro de
silencio. La violencia de género sigue siendo una amenaza
cotidiana para las vidas y el bienestar de las mujeres.
La violencia contra las mujeres se presenta de muy diferentes
maneras: violencia doméstica en la intimidad del hogar
(golpes, abuso sexual de las niñas, privación de alimentos,
violación por parte del cónyuge), violencia en el lugar de
trabajo (acoso sexual), y llega hasta la violencia como
arma de guerra en situaciones bélicas, dónde se cometen
violaciones y otras formas de explotación sexual contra las
mujeres. No conoce límites.
La violencia en el ámbito del hogar deriva en serias
consecuencias para la salud física y mental de las
mujeres. Desde lo más visible como fracturas, pérdidas de
visión o de audición, y asesinatos, hasta lo invisible, como la
baja autoestima, alta incidencia de estrés, ataques de pánico,
alcoholismo, depresión y suicidio. Todo ello son fatales
consecuencias derivadas de la violencia que padecen las
mujeres y que repercuten también en su vida laboral.
Además, la violencia de género hace que las mujeres que la
sufren sean menos productivas, y que en muchas ocasiones
no se atrevan, o directamente no puedan acudir al trabajo, por
sus lesiones físicas. En todos los casos los agresores impiden y
dificultan el desarrollo personal y profesional de la agredida.
Si estás padeciendo una situación de violencia en tu hogar,
debes saber que te amparan una serie de derechos laborales
que emanan de la Ley Orgánica de Medidas de
Protección Integral Contra la Violencia de Género:
Reducción de la jornada de trabajo.
Reordenación del tiempo de trabajo (adaptación
de horario u horario flexible).
Cambio de centro de trabajo en la misma
localidad o traslado a otra distinta.
Posibilidad de suspensión voluntaria del contrato de
trabajo con derecho a prestación por desempleo.
Extinción voluntaria del contrato de trabajo con
derecho a prestación de desempleo.
Reconocimiento de causa justificada las ausencias
o faltas de puntualidad motivadas por situaciones
físicas o psicológicas, acreditadas por los servicios
sociales o de salud.
Protección frente al desempleo.
El acoso sexual en el trabajo es una forma más de
violencia contra las mujeres, que históricamente se ha
silenciado. Puede abarcar una amplia gama de conductas, que
van desde las bromas o comentarios degradantes hacia las
mujeres hasta el ataque sexual. Las mujeres en situación más
vulnerable (sometidas a mayor precarización en el empleo,
madres solteras, mujeres divorciadas, viudas, etc…) son más
proclives a ser acosadas sexualmente, pero el acoso sexual
en el trabajo se produce también en sectores laborales
no precarizados como banca, sanidad, enseñanza, etc. y
afecta también a mujeres con una alta preparación académica
e, incluso, a mujeres que ocupan puestos de responsabilidad.
En el ámbito laboral, la tasa de absentismo entre las víctimas
de acoso sexual es muy elevada, siendo imprescindible que
las empresas se comprometan a garantizar un ambiente de
trabajo libre de violencia. El acoso sexual en el trabajo está
penalizado por Ley, y no debemos ser testigos mudos del
padecimiento de las compañeras que lo sufren.
En Comfia-CCOO, reforzamos nuestro compromiso
implicándonos en la defensa de las mujeres víctimas de
violencia de género, desde los ámbitos que nos son propios,
garantizando y mejorando los derechos relativos a las
condiciones laborales de las victimas de esta lacra social.
Además, estamos abordando en el seno de las empresas la
negociación de protocolos de acoso sexual desde la óptica de
la prevención de estas conductas, ya que producen graves
consecuencias para la salud y deben, por tanto prevenirse
como cualquier otro riesgo.
En COMFIA-CC.OO. trabajamos, día a día, para no tener que
conmemorar otro 25 de noviembre. Avanzar en la igualdad
entre hombres y mujeres es el único camino para
lograr erradicar la violencia de género, es un reto difícil
pero no por ello imposible